Difiero, Al conocimiento se llega mediante el cuestionamiento...
Motivación, la gestión del desánimo
¿Por qué no tengo ganas de hacer nada?, ¿por qué creo que nada tiene sentido?, ¿por qué estoy viviendo, pero no disfrutando?, ¿por qué los demás están bien y yo no? Estas preguntas forman parte de la conversación diaria de muchas personas. Es normal sentirlas en algún momento o de manera más permanente.
Hoy en día, con tanta información a nuestro alcance, donde la mayoría de lo que se publica son momentos felices de las personas que seguimos o admiramos —pero no su vida real—, o bien situaciones negativas exageradas o incluso inexistentes, es normal que esto nos provoque desánimo y falta de motivación. Lo que vemos son situaciones extremas de la realidad, muy alejadas de lo que sucede día a día en nuestra casa, en nuestro trabajo o con nuestros seres queridos.
La motivación, entendida como aquello que impulsa a una persona a adoptar cierta conducta para alcanzar un objetivo, es una reflexión personal que activa nuestras ganas de hacer. Proviene de encontrar posibilidades en nuestras conversaciones internas. La motivación tiene que ver con enamorarse de la cotidianidad, encontrar pensamientos positivos en lo que nos ocurre a diario. Es útil recordar, independientemente de nuestra edad, cuántas veces nos hemos sentido felices y cuántas veces tristes, y darnos cuenta de que, en tiempo, esas emociones representan una pequeña parte de nuestra vida. Lo que domina la mayor parte de nuestra existencia es la realidad, nada más.
Por eso, encontrar motivación en una mañana en la que no pasa nada extraordinario, darle valor a un nuevo día, a la sonrisa de un extraño, a tener salud, alimento o incluso al abrazo de alguien que nos importa, es clave. Esos son los detalles que nos suceden a diario, y si logramos sentirnos activados por ellos, agradecidos por lo que en su mayoría nos ocurre, habremos encontrado un camino claro para combatir el desánimo. Así, transformamos nuestro discurso de escasez en uno de bienestar.
Esto no significa que no tengamos derecho al enfado, a la inconformidad o al reclamo, sino que debemos aprender a poner un límite a esas emociones, y ver también como contrapeso todo lo que está a nuestro alcance y que puede hacernos sentir mejor, con ganas de seguir disfrutando cada día.
Ejercita tu capacidad de estar motivado. Rétate a encontrar cosas cotidianas que te generen pensamientos positivos. De todas maneras, vas a vivir; así que encuentra la felicidad en lo que te ocurre día a día y aléjate del pensamiento de que algo extraordinario debe suceder para ser feliz.
En pocas palabras, Mario opina que: