Difiero... Al conocimiento se llega mediante el cuestionamiento
IMPOTENCIA, ¿CORAJE O RESIGNACIÓN?

Platicaba con mi hijo sobre su afición al futbol y me decía que disfrutaba mucho cuando jugaban bien y ganaban, pero que cuando el resultado era adverso sentía algo así como coraje y tristeza, y que no sabía a veces cómo encaminarlo; me gustó el tema y me puse a leer sobre este concepto.
La impotencia emocional, desde el punto de vista psicológico, es la sensación de no tener control sobre lo que pensamos refiriéndonos a un hecho, real o imaginario, o de no poder hacer nada para evitar un evento. Es una emoción compleja que puede provocar frustración, rabia, indignación, entre otros sentimientos.
Esta falta de poder o incapacidad para hacer aquello que queremos, puede tener muchas causas afectivas; es decir, muchas situaciones nos lo pueden provocar y, como todas las emociones, no las decidimos, solo nos ocurren; lo que siempre podemos decidir es cómo reaccionamos ante ellas.
La impotencia nos dice "No tienes opciones", "No hay nada qué hacer", "No tiene sentido intentarlo", y eso nos puede provocar dos tipos de reacción entre muchas otras. La primera, de paralizarnos y dejar de intentarlo, buscar otro tema, a eso le podemos llamar resignación y es un camino que pasa después de sentir impotencia. La segunda, que también puede suceder, es que sintamos coraje, pero de ese que nos impulsa a volverlo a intentar, ese que nos dice que el resultado puede ser diferente y que tenemos la capacidad de lograrlo; nos genera acción, preparación, mejora en nuestro desempeño; nos lleva a identificar que conseguir las cosas que nos proponemos y sentirnos felices o tristes viene siempre de la expectativa que nos impongamos; cuando aceptamos y nos proponemos a disfrutar del camino y no solo esperar el resultado, entonces la frustración nos da impulso en lugar de resignación.
Cuando sentimos impotencia es porque previamente nos habíamos hecho una idea de posibilidad de que algo que creíamos podía suceder, y cuando no pasa, llegan a nosotros pensamientos de desilusión, pero debemos entender que es porque nos habíamos creado una expectativa y sentimos la obligación de que suceda, pero no es así; por ello, cuando sentimos impotencia, debemos regresar a pensar qué era lo que inicialmente queríamos que pasara y hacer un nuevo plan para que se realice; negar que sentimos impotencia no resuelve nada, todos la sentimos; decidir que cada persona va a tener muchas oportunidades, en la mayor parte de las situaciones, para poder lograr lo que se propone es un pensamiento disponible, que podemos ejercitar, y que está a nuestro alcance, este nos ayuda a través de la acción a sentirnos mejor y en paz con lo que nos ocurre.
En pocas palabras, Mario opina que: