Esperanza

28 octubre, 2024
Esperanza

Difiero, Al conocimiento se llega mediante el cuestionamiento...

ESPERANZA ¿PRESENTE O FUTURO?

ESPERANZA ¿PRESENTE O FUTURO?

En esta semana platicaba con mi esposa y me decía que para ella, un valor importante de las personas que se ven contentas es que viven con esperanza, siempre te platican de algo que las motiva y que creen que puede suceder, me llamó la atención esta reflexión y quise investigar más sobre este tema. 

La esperanza es una emoción positiva, un estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable algo que se desea, todos lo sentimos en algún momento; este tipo de pensamientos nos brindan tranquilidad y entusiasmo.

Pero, ¿por qué algunas personas encuentran más fácil que otras la esperanza?, ¿de dónde viene o dónde puedo encontrar más? Para Martin Seligman este concepto psicológico, "La Esperanza", no es un estado de ánimo, es un hábito de la mente y como tal todos podemos entrenarlo, desarrollarlo mucho más para que sea ese resorte capaz de optimizar nuestro bienestar, de potenciar lo mejor de nosotros para lograr lo que deseamos.

“No hay nada como un sueño para crear el futuro”, esta frase tan cierta nos permite observar cómo la esperanza se genera hoy, en el presente; nuestro cerebro la elige, calla todos los pensamientos negativos o debilidades para darle paso a una posibilidad real que creemos que va a suceder. La esperanza no tiene que ver con el mañana, ese resultado como todos los demás es incierto, y depende de factores externos e internos; lo que sí me ayuda es creer que va a suceder y eso puedo decidirlo ahora, entrenar mi mente para que encuentre cada vez más reflexiones de posibilidad que me generan bienestar inmediato. Ahí está su importancia.

A esto se le llama esperanza aprendida, cuando tienes la capacidad de llevar a tu mente a que encuentre metas o situaciones que te motiven y estés convencido de que pueden suceder. 

Diariamente puedo elegir añadirme una esperanza más, te invito a hacerlo; muchas personas lo hacen, y son esas que siempre parece que están bien. Esperanza no es esperar que el mañana te traiga lo mejor, sino definir algo específico; claro, y trabajar en ello para que dicha aspiración se cumpla; pero esa elección de pensamiento es una estrategia que podemos desarrollar.

La esperanza está en el presente y dentro de nosotros, vamos a encontrarla.

En pocas palabras, Mario opina que:

La esperanza es una emoción positiva que inspira confianza, nos ayuda a mantener la motivación para superar obstáculos y se genera en el presente.

ATISBOS DE CONCIENCIA

LA ESPERANZA COMO REACCIÓN ANTE LA INCERTIDUMBRE

LA ESPERANZA COMO REACCIÓN ANTE LA INCERTIDUMBRE

La incertidumbre es parte de la vida. Indudablemente la vida no transcurre en medio de certezas y todos hemos tenido esa vivencia de experimentar el caos, la incertidumbre. Y dado que vivir en la incertidumbre no nos permite sentir el control de nuestra vida, entonces se convierte en una fuente de estrés, de ansiedad y de miedo. Todos los seres humanos contamos con un regulador interno de nuestras emociones. Todos podemos aprender a desarrollar esa capacidad de atenuar o cambiar una emoción por otra. Es entonces en medio del caos, cuando tenemos miedo o ansiedad, que podemos hacer surgir la esperanza que los contrarresta; la esperanza como un sentimiento positivo que conlleva una expectativa de que algo bueno, o muy deseado, va a ocurrir.

Sentir esperanza es sentir el optimismo y la confianza en cambios positivos de alguna situación que en el momento preocupa o nos da miedo. Es tener fe en que existen posibilidades de cambio y brinda motivación para enfrentar los desafíos. Esto necesariamente implica una acción. Porque no podemos tener la esperanza de algún cambio si no estamos tomando acciones para ello. Solo podemos tener esperanza de mejoría de una enfermedad cuando estamos llevando a cabo un protocolo de cuidados que prometen la mejoría. Pensar que mejoraremos sin tener los cuidados necesarios o hacer lo que corresponde para sanar no es esperanza. Eso es una ilusión. La esperanza está sustentada en acciones o en decisiones necesarias para un cambio. Desear con fervor sin voluntad de acción no es tener esperanza. La ilusión no es realista, es más que nada una fantasía.

Un claro ejemplo del poder de la esperanza para el bienestar y la salud mental de las personas es la historia de Viktor Frankl, psiquiatra austriaco y judío que padeció los infortunios y la brutalidad de los campos de concentración nazi durante la persecución a los judíos en la segunda guerra mundial. Frankl encontró como una realidad que las personas que mantenían la esperanza de salir de esa situación porque tenían un propósito, tenían más fuerza emocional y física para soportar el sufrimiento ante las condiciones inhumanas a las que estaban sometidos, y en consecuencia tenían mayores probabilidades de sobrevivencia.

Para generar esperanza es requisito indispensable tener la firme creencia de que es posible el cambio o el logro. Es un factor clave que alimenta nuestra resiliencia.

En pocas palabras, Norma opina que:

Tener una ilusión no es tener esperanza. La ilusión es fantasía, la esperanza es realista e implica acción.

CREER PARA VER

CULIACÁN EN BUSCA DE SENTIDO

CULIACÁN EN BUSCA DE SENTIDO

Hoy nos toca abordar el tema de la esperanza, y creo que cae como anillo al dedo para la situación de incertidumbre que estamos viviendo los culichis. Escogí este título haciendo alusión a la gran obra de Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido, donde el autor relata su experiencia vivida en los campos de concentración nazi, cuya lectura les recomiendo mucho.

Me gusta llevar a cabo esta especie de reinterpretación en la que Frankl nos habla de algo que, en tiempos como los que estamos viviendo en Culiacán, se vuelve indispensable: la capacidad de encontrar propósito incluso en las circunstancias más difíciles. Esta situación que estamos atravesando, llena de miedo, violencia e incertidumbre, nos recuerda que hay momentos en los que se torna muy difícil tener control sobre lo que sucede a nuestro alrededor. Aun así, lo que sí podemos controlar es nuestra respuesta a estos eventos. Esto es lo que el autor denomina como la libertad interior, esa capacidad de elegir nuestra actitud ante el sufrimiento.

Vivir con miedo a lo que puede suceder mañana o incluso en las próximas horas es una sensación que se ha vuelto el pan de cada día para muchos de nosotros. Esto nos afecta profundamente en nuestra familia, nuestro trabajo y nuestra rutina. Es en medio de todo esto que la esperanza se convierte en una necesidad. Frankl descubrió que quienes podían encontrar un sentido en su sufrimiento eran los que lograban resistir a estas situaciones. ¡Ojo aquí! No estoy hablando de minimizar o normalizar por lo que estamos pasando, mucho menos de ignorar los problemas que enfrentamos, sino de encontrar un motivo que nos mantenga de pie, en la lucha.

Pregúntate: ¿Qué es eso que me mantiene firme y con esperanza? Puede ser el amor por tu familia, el deseo de un futuro mejor para los nuestros, o esas ganas de construir una sociedad mucho más fuerte y unida, con valores y principios que nos ayuden a impactar la raíz de toda la problemática que hoy vivimos.

En estos momentos de incertidumbre, es fácil que la esperanza se esfume, pero debemos volver a nuestro centro, a recordar que los culichis somos una gran comunidad, la familia y los amigos deben convertirse en ese refugio de esperanza. No podemos cambiar lo que está ocurriendo de un día para otro, pero sí podemos apoyarnos mutuamente y, sobre todo, recordar que en este camino, juntos somos más fuertes.

Lo bueno que puede surgir de esta etapa que estamos viviendo es que, como sociedad, podemos reencontrarnos en lo que realmente importa: el amor por nuestras familias, por nuestra comunidad, por nuestro Culiacán. Que este momento tan difícil sea el impulso que nos haga tender la mano a nuestro prójimo, que nos haga ver con empatía al que sufre, y nos inspire a trabajar unidos por un mejor futuro. Porque cada gesto cuenta, cada acto de bondad es un granito de esperanza que, sumado a los de los demás, puede levantar a toda una ciudad.

Si logramos salir juntos, más unidos, más conscientes del poder que tenemos como sociedad para enfrentar las adversidades, entonces, habremos transformado este dolor en algo mucho más grande: en una fuerza que nos empuje hacia adelante, que nos recuerda que, aunque hoy el panorama sea gris, el mañana lo podemos construir con las manos y los corazones de todos. Hoy, más que nunca, somos la esperanza que tanto necesitamos. No te vamos a fallar mi Culiacán, somos mucho más los buenos. ¡Gracias por estar aquí! ¡Te abrazo!

En pocas palabras, Kush opina que:

En tiempos de miedo y violencia, la esperanza es nuestra mayor fuerza. Aunque no podemos cambiar todo de inmediato, sí podemos elegir cómo responder. Nuestra unidad como culichis, el amor por nuestras familias y la empatía nos harán más fuertes. No le vamos a fallar a Culiacán. ¡Somos la esperanza que tanto necesitamos!

Atreverse a imaginar y aprender

LA ESPERANZA COMO POSIBILIDAD REAL

LA ESPERANZA COMO POSIBILIDAD REAL

¿Cómo mantenemos la esperanza cuando las cosas se sienten difíciles, atemorizantes, abrumadores, inciertas? ¿Cómo se cultiva la esperanza cuando es más difícil de encontrar? ¿Cómo recordamos que la esperanza regresa nuevamente incluso cuando se siente lejana? Rebecca Solnit escribió en el 2004 Esperanza en la oscuridad, un libro que puede ayudarnos en estos tiempos en los que el mundo y nuestra ciudad están pasando por los momentos más complicados, polarizados, violentos y desconectados que me han tocado vivir. Es importante decir lo que no es la esperanza: no es la creencia de que todo estuvo, está o estará bien. La evidencia de un tremendo sufrimiento y destrucción está a nuestro alrededor.  La esperanza que me interesa tiene que ver con ampliar nuestra perspectiva, con entender que hay posibilidades reales que nos invitan —o exigen— a que actuemos. 

La esperanza la encontramos en la idea de que no sabemos qué pasará y que en el espacio de la incertidumbre podemos actuar. Cuando reconoces la incertidumbre, reconoces que puedes influir en los resultados: tú solo o con más personas. La esperanza es un abrazo a lo desconocido que no entendemos, una alternativa a la certeza tanto de optimistas como de pesimistas.  En lugar de mantener la esperanza como algo que se supone que siempre debo sentir naturalmente, mantengo la esperanza como una práctica, como algo con lo que estoy en relación. La verdad es que no siempre tengo esperanzas. Muchas veces, siento miedo o me pregunto cómo es posible que las cosas cambien, mejoren y sean más fáciles para todos. Me pregunto qué mundo le va a tocar vivir a mi hijo. Cuando la esperanza se siente fuera de mi alcance, busco la posibilidad. ¿Qué más podría ser posible? ¿De qué otra manera podrían ser las cosas?  La posibilidad no requiere creencia ni requiere una positividad falsa; solo requiere la voluntad de sentir curiosidad por saber qué más podría ser. La posibilidad se convierte en un faro que me devuelve la esperanza en momentos en que realmente la necesito. Otra cosa que me ayuda a recuperarla es recordar que no soy la única que intenta mantener la esperanza, que no tengo que hacerlo sola, que no me corresponde a mí tener esperanza constantemente. La esperanza la tejemos millones, la cultivamos cada uno de nosotros y la hilamos a la vida colectivamente.

Podemos practicar la esperanza en lugar de aferrarnos a ella. Podemos confiar en nuestra capacidad de sentirla en lugar de obligarnos a fingirla. Podemos permitir que la esperanza nos guíe hacia el siguiente paso correcto. Podemos dejar que otros lo sostengan cuando parezca demasiado pesado para sostenerlo personalmente. Podemos dejar que la esperanza sea un camino por recorrer en lugar de un destino al que llegar. Podemos liberarnos de la prisa de tratar de asumir la esperanza como una identidad y, en cambio, recordar que está bien si aparece y se va. Podemos ver a las personas y los lugares que la encarnan cuando lo olvidamos. Podemos dejar que la esperanza gotee de pies a cabeza cuando llegue. Podemos sostenerla con la palma abierta y practicar, practicar, practicar. Podemos recordar y olvidar. Una y otra vez. Para siempre. Cada uno de nosotros. Por separado y juntos.

En pocas palabras, Andrea opina que:

La esperanza la encontramos en la idea de que no sabemos qué pasará y que en el espacio de la incertidumbre podemos actuar.

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