Autoestima

9 junio, 2025
Autoestima

DIFIERO... Al conocimiento se llega mediante el cuestionamiento

AUTOESTIMA, SOY YO, ¿O LO QUE ME PASA?

AUTOESTIMA, SOY YO, ¿O LO QUE ME PASA?

Platicaba con una paciente de un hospital que tiene un padecimiento de presión arterial alta, y esto le produce muchos síntomas, se lo detectaron hace más o menos un año. Me decía que tenía que tomar medicamento, pero sobre todo debía checarse la presión muy a menudo, y que cuando recién empezó con este malestar cada vez que se iba a checar sentía que iba a salir mal y esto le generaba mucha desesperación por la intranquilidad que le provocaba desde la noche anterior. Su relación con lo que le pasaba afectaba su estado de ánimo; y me dijo que desde hacía más o menos cuatro meses había decidido que iba a hacer un esfuerzo por relacionarse mejor con lo que de todas maneras iba a tener que seguir haciendo, checarse la presión, y que poco a poco ha ido mejorando su salud por el tratamiento que ha llevado, pero sobre todo su mentalidad ha cambiado, se siente confiada cada vez que se hace un análisis, me dice que sabe que como salgan las cosas ella se sentirá tranquila, me llamó mucho la atención este comentario.

La autoestima es la percepción que uno tiene de sí mismo; hoy en día escuchamos muchos temas que se relacionan con este concepto, digamos que está de moda; pero no es nada nuevo, desde hace muchos años se le da relevancia a lo que reflexionamos de nosotros mismos. Sin duda, la confianza personal es algo que aprendemos, o más bien desaprendemos, porque nunca he visto a un bebé con autoestima baja; conforme vamos creciendo nos vamos formando nuestra apariencia personal, la fotografía que queremos ver nuestra.

Este concepto lo formamos con cuatro aspectos principales: el primero es el perceptivo, lo que nos dice nuestro entorno, que sucede a nuestro alrededor; esto nos lleva al segundo que es el autoconcepto, de lo que sucede afuera lo paso por el filtro de lo que pienso de mí y empiezo a generar conclusiones; de ahí nos lleva al tercero que es la carga emocional, cuando ya tengo estas conclusiones de lo que pasa más lo que yo creo que va a suceder conmigo, lo impregno de lo que siento en ese momento, que me da por impulso eso que me está pasando, y ya que decidí sentirme triste, alegre, nostálgico o enojado, me paso al cuarto paso que es el de los referentes, todo esto que ya pensé lo llevo a lo que yo creo que están viviendo de manera similar otras personas, y aquí tomo otra decisión, si ellos la están pasando mejor que yo o todo lo contrario, y así muchas veces al día hago toda esta ecuación para dar paso a sentirme conforme o intranquilo.

La autoestima no es creer que somos perfectos, o que todo nos va a salir bien, sino todo lo contrario, es saber que como soy, con todas mis carencias, éxitos o circunstancias, soy suficiente y completo, es tener un concepto compasivo de mí, aceptar, soltar; la autoestima es amabilidad sobre todo conmigo, es confianza en el presente y responsabilidad en el futuro porque me voy a hacer cargo de lo que pienso, voy a tomar acción y nuevamente vuelvo a aceptar lo que pase. Si nos damos cuenta, es un proceso interminable, pero que podemos decidir cómo vivirlo, de todas maneras va a pasar, no hay nadie que no piense nada de sí mismo, y si de todas maneras vamos a estar con nosotros podemos elegir pensarnos en positivo, estar satisfechos, como la paciente que les platicaba que decidió llevarse mejor con lo que le pasa y mentalmente tener más confianza en sí misma.

En pocas palabras, Mario opina que:

La autoestima es la percepción que uno tiene de sí mismo, se tiene que construir a diario y buscar conversaciones que nos den tranquilidad; no es creer que somos perfectos, sino todo lo contrario, aceptar como constante la imperfección y estar de acuerdo.

ATISBOS DE CONSCIENCIA

LA AUTOESTIMA NO ES ALGO QUE SE TIENE, ES ALGO QUE SE CONSTRUYE

LA AUTOESTIMA NO ES ALGO QUE SE TIENE, ES ALGO QUE SE CONSTRUYE

El tema del desarrollo humano requiere de una comprensión de lo que son las necesidades humanas. De alguna manera van de la mano ya que en la medida en que vamos cubriendo nuestras necesidades desde que nacemos, nuestro desarrollo emocional va conformando una personalidad sólida que poco a poco nos va llevando a la madurez. Cuando nuestras necesidades no se cubren, el resultado se observa en una autoestima poco saludable. ¿Por qué? Partamos de esto: la autoestima es la sensación interna, como una certeza, de sabernos valiosos y capaces. Cuando nacemos somos vulnerables, estamos desprotegidos y somos dependientes; de tal manera que, si los adultos que nos cuidan no son capaces de reconocer y de cubrir esas necesidades, no tenemos forma de cubrirlas y nuestra sensación es la de no ser valiosos, la de no ser dignos de ser vistos; y es el inicio de una autoestima baja que se profundiza cuando le sumamos mensajes enviados por comentarios o tratos que atentan contra nuestra imagen y valor como persona. 

¿Nos determina entonces eso que nos pasó en la infancia para vivir eternamente con una baja autoestima? De ninguna manera; solo no contribuye a que nos vayamos a la vida adulta con más confianza y una personalidad más sólida. La autoestima se construye día con día, y cuando hemos salido de estos períodos sensibles del desarrollo como son la infancia y la adolescencia, somos nosotros los únicos responsables de alimentarla y mantenerla. La frase de “tener una baja autoestima” hace parecer que es algo que está ahí y que define a la persona. Es más conveniente pensar que podemos tener problemas con la autoestima, y cambiar la creencia de que es algo que “tenemos” a algo que podemos resolver y construir.  

¿Cómo elevar nuestra autoestima? Podríamos hacer una lista extensa de ideas, pero en el trasfondo de todo es saber cuán grande es nuestro valor y sabernos capaces, y es un proceso que implica una buena dosis de autoconocimiento, de audacia para practicar habilidades y de paciencia. Ser compasivos con nuestros procesos de cambio es respetarnos y eso es parte del trabajo con nuestra autoestima, porque nos sabemos dignos de respeto y valiosos.

Si bien manejar niveles elevados de autoestima es un recurso para el bienestar, conviene también considerar los recursos que contribuyen a la misma. Por ejemplo, ser conscientes de nuestro diálogo interior, de cómo nos hablamos, de qué decimos de nosotros mismos, y un buen comienzo es darnos cuenta del momento cuando nos estamos criticando, cuando hablamos mal de nosotros mismos, y corregirlo, evitarlo. Otro recurso valioso para la autoestima es el reconocimiento de nuestros logros y la celebración de ellos. Algo que también contribuye es otorgar cumplidos y reconocimientos a los demás, porque cuando lo hacemos, no solo ellos crecen en su autoestima, nosotros también. Aprender -y atrevernos- a establecer límites de manera asertiva incrementa también nuestra certeza de ser valiosos; esto requiere de conocer nuestras necesidades, de ahí la importancia del autoconocimiento. Y, por último, sin ser una lista exhaustiva, está el gran aporte que hace a nuestra persona el cuidar de nuestra salud y de nuestro cuerpo.

En pocas palabras, Norma opina que:

Aunque en nuestra historia de vida está el origen de nuestros problemas de autoestima, es en nuestro presente donde está la solución y somos los responsables de elevarla.

CREER PARA VER

ESE MIEDO A HABLAR EN PÚBLICO

ESE MIEDO A HABLAR EN PÚBLICO

Durante la pandemia recibí la invitación para participar en un congreso que sería transmitido en vivo por redes sociales. El evento iba a ser en un foro de grabación profesional, con varias cámaras, apuntador... todo un set muy bien armado. En cuanto me avisaron, lo primero que pensé fue: “Diles que no, no te gusta eso de hablar en público”. Ya sabes, ese diablito que aparece y empieza a hacerte dudar de ti.

Pero también había otra voz que me decía: “Es una buena oportunidad”. Al final, aunque sería en vivo, no tendría tanto público de frente. Solo estarían las personas de producción y los otros invitados al congreso. Así que decidí hacerlo.

Se llegó el día. Tenía todo preparado, pero las manos no mentían: sudaban cada segundo que pasaba. Cuando llegó mi turno, arranqué nervioso, con la lengua algo enredada. Pero me enfoqué. Me conecté a lo que soy. Siempre he sido de bromear, de platicar anécdotas cuando estoy con amigos o con gente de confianza. Así que me dejé ser. Poco a poco, la charla comenzó a fluir. En el foro se escuchaban risas de las bromas que hacía, los temas se iban hilando. Hablé de lo que sé, de lo que me apasiona: el branding, la comunicación. Al terminar e irnos a corte comercial, llegaron los aplausos de todos los presentes.

Después vinieron las llamadas, los mensajes. Personas que se conectaron y me dijeron cuánto les había servido lo que compartí y la manera tan práctica y agradable en la que comuniqué todo. Durante semanas, amigos, colegas e incluso gente que no conocía me escribieron para decirme que les había gustado mucho mi conferencia.

Esa decisión de decir “sí” ese día fue clave. Desde entonces, he podido avanzar mucho cuando se trata de hablar en público. No te voy a mentir: no es algo que ande buscando en cada esquina, pero ya no es algo que me dé miedo. Cada vez que aprendo algo nuevo, lo primero que pienso es cómo compartirlo, con mi equipo, con mis amigos o en los foros donde me invitan. Porque creo que eso también es parte de crecer: no quedarte con lo que sabes, sino pasarlo.

Creo que es importante conectarnos con nuestra esencia. Alguna vez escribí una frase que causó eco en mis redes: “Todos tenemos un mensaje que dar”.
Hoy solo quiero invitarte a que enfrentes tus miedos, esas voces que te hacen pensar cosas negativas de ti. Confía en ti. Estás aquí por algo, y seguramente tienes mucho qué aportar. Agárrate fuerte de eso. Y como dice una marca por ahí: “Nunca dejes de ser tú”. ¡Gracias por estar aquí! ¡Te abrazo!

En pocas palabras, Kush opina que:

Confiar en uno mismo no significa no tener miedo, significa decidir avanzar a pesar de él. A veces, un solo “sí” basta para empezar a cambiar la historia que te cuentas sobre ti.

ATREVERSE A IMAGINAR Y APRENDER

IR SUAVE PARA CONFIAR

IR SUAVE PARA CONFIAR

Hay una forma de vivir que nos enseñaron sin decirnos: ser duras con nosotras mismas era la forma correcta de crecer, de protegernos, de no fallar. Como si la autocrítica fuera una mamá estricta que nos mantiene a salvo del rechazo. Y muchas la obedecimos. No porque nos hiciera bien, sino porque era lo que conocíamos.

“No sirves hasta que seas otra”. “No mereces ternura hasta que no falles más”. Frases como estas no venían siempre de afuera, muchas veces vienen de nosotras mismas. Con el tiempo se convirtieron en nuestra voz interna, sutil, constante. Pero hoy nos invito a preguntarnos algo revolucionario: ¿Y si la dureza no nos está sanando? ¿Y si la verdadera fortaleza es ir suave? ¿Y si podemos observar la voz crítica sin hacerle caso?

Lo que aprendimos no define quiénes somos. Nuestra voz interna puede ser heredada, condicionada, pero también puede ser transformada. La primera técnica, entonces, no es callar la autocrítica de golpe, sino notarla. Pausa, escúchate: ¿Qué te estás diciendo? ¿Le hablarías así a alguien que amas?

Cuando empezamos a observar la voz crítica como algo externo, podemos dejar de actuar según sus órdenes. Podemos decirle: “Te escucho, pero hoy no te voy a seguir”. Para escucharla con calma podemos llevar un diario de autodiálogo. Anota lo que te dices cuando fallas o dudas. Luego responde cómo lo harías si fueras tu propia mejor amiga. No para censurar, sino para reeducar esa voz.

Hay que recordarnos que no somos nuestras equivocaciones. Que ser valientes no significa no fallar, sino seguir adelante, aunque fallemos. Cuando nos hablamos con dureza, solemos confundir nuestros errores con nuestra identidad. Pero tropezar no nos vuelve indignas. Nos vuelve humanas. Y si vamos a sanar de verdad, tenemos que romper con la idea de que solo merecemos amor cuando lo hacemos todo bien.  Cuando cometamos un error, practiquemos el lenguaje de la compasión: “Esto no salió como quería, pero aún merezco ternura”. Escríbelo, repítelo. En voz alta si puedes.

La confianza no nace del control; nace de la presencia, de saber que pase lo que pase no me voy a dejar sola. No abandonarte cuando lo más fácil sería anestesiarte o exigirte más.

La autocrítica muchas veces es el eco de un antiguo deseo: ser queridas, ser aceptadas, ser lo suficientemente buenas. Cuando dejamos de complacer para pertenecer, y empezamos a mostrarnos tal como somos, puede que se tambaleen relaciones; que se terminen otras. Pero también empezamos a construir confianza real: la de sostenernos incluso si no gustamos a todos.

La autocrítica grita, la confianza susurra. Y si queremos escucharla, tenemos que aprender a bajar el volumen del juicio, a respirar, a pausar; a regresar a nosotras; una vez y otra vez.

En pocas palabras, Andrea opina que:

Nuestra voz interna puede ser heredada, condicionada, pero también puede ser transformada. La confianza no nace del control; nace de la presencia, de saber que pase lo que pase no me voy a dejar sola.

MÁS TEMAS POR EXPLORAR

/ 28

¡MENSAJE ENVIADO!

Tu mensaje ha sido enviado correctamente, en caso de ser mecesario nos pondremos en contacto contigo, ¡hasta pronto!