ATISBOS DE CONSCIENCIA
MEDITACIÓN Y MINDFULNESS, GRANDES RECURSOS PARA EL BIENESTAR

Para hablar de la meditación y de lo que se conoce como Mindfulness, o Atención Plena, es necesario distinguir entre ambas, ya que no son lo mismo.
La meditación es una forma de hacer conciencia plena; es decir, meditar es una práctica de Mindfulness. Pero existen otras formas de desarrollar la atención plena mediante actividades cotidianas, como puede ser el desempeño de tareas poniendo atención a cada acción, a cada sensación y todo sentimiento que se genere durante ese tiempo. Así mismo, la contemplación de algún escenario poniendo atención a los detalles y nuestras sensaciones es otra forma de hacer mindfulness. En el trasfondo de estas prácticas está la idea de mantenernos en el momento presente, lo que conocemos como “el aquí y el ahora”. Esto permite que nuestra mente, que nuestro cerebro, se enfoque solo en el presente, ya que hoy sabemos que cuando estamos enfocados en el pasado o en el futuro, nuestro cerebro generará ciertos neurotransmisores que no aportan a nuestro bienestar, como es el cortisol, la hormona del estrés. Además, estando en el momento presente, evitamos la ansiedad del futuro y la tristeza o culpa del pasado.
Son muchos los beneficios de la práctica de mindfulness y de la meditación en particular, porque, aun cuando son prácticas milenarias de diversos grupos humanos, hoy ya es posible, gracias al avance de la ciencia y la tecnología, observar de manera funcional lo que sucede en el cerebro cuando la persona está en la práctica. Así se ha encontrado que dichos beneficios impactan en ámbitos de la salud física, la salud emocional e incluso para la mejora cognitiva, la reducción del estrés, el incremento de la capacidad de atención —útiles en personas con déficit de atención—, el manejo de la ansiedad y la depresión.
La práctica de atención plena, desarrollada por Jon Kabat-Zinn, considera como requisito el desarrollo de 9 actitudes básicas. Creo que es importante conocerlas y, más que eso, desarrollarlas:
- Una disposición a observar sin juzgar nuestros pensamientos y emociones como si fueran nubes pasajeras. Notar lo que nos pasa sin etiqueta ni juicio.
- Permitir con paciencia que las experiencias se desarrollen a su propio ritmo, especialmente en la meditación.
- Tener una mente de principiante. Cada práctica meditativa y de atención plena se lleva a cabo sin expectativas, en actitud de asombro y con ojos nuevos.
- Tener fe en nuestra capacidad innata de estar presentes y confiar en las señales que nos da nuestro cuerpo y en nuestra intuición.
- Dejar de pelear por luchar contra nuestros pensamientos. Dejar que fluyan y siempre volver a la práctica de atención y meditativa. No importa si la práctica es interrumpida por un pensamiento, lo soltamos y volvemos a la atención.
- Aceptar cualquier sensación de incomodidad o emoción que surge durante la práctica y saber que forma parte de la experiencia sin tratar de cambiarla.
- Dejar ir conscientemente las preocupaciones, los pensamientos y expectativas.
- Evitar identificarnos con nuestros pensamientos o nuestras emociones. Ellos son eventos mentales pasajeros que no nos muestran identidad, ya que cambian de un momento a otro.
- Tratarnos con comprensión y compasión durante emociones difíciles. Cultivar esta actitud de bondad hacia nosotros mismos y hacia los demás.
La práctica de la atención plena y de la meditación activan nuestra consciencia. Y, finalmente, la consciencia es la clave del cambio.
En pocas palabras, Norma opina que: