ATISBOS DE CONCIENCIA
LA ESPERANZA COMO REACCIÓN ANTE LA INCERTIDUMBRE

La incertidumbre es parte de la vida. Indudablemente la vida no transcurre en medio de certezas y todos hemos tenido esa vivencia de experimentar el caos, la incertidumbre. Y dado que vivir en la incertidumbre no nos permite sentir el control de nuestra vida, entonces se convierte en una fuente de estrés, de ansiedad y de miedo. Todos los seres humanos contamos con un regulador interno de nuestras emociones. Todos podemos aprender a desarrollar esa capacidad de atenuar o cambiar una emoción por otra. Es entonces en medio del caos, cuando tenemos miedo o ansiedad, que podemos hacer surgir la esperanza que los contrarresta; la esperanza como un sentimiento positivo que conlleva una expectativa de que algo bueno, o muy deseado, va a ocurrir.
Sentir esperanza es sentir el optimismo y la confianza en cambios positivos de alguna situación que en el momento preocupa o nos da miedo. Es tener fe en que existen posibilidades de cambio y brinda motivación para enfrentar los desafíos. Esto necesariamente implica una acción. Porque no podemos tener la esperanza de algún cambio si no estamos tomando acciones para ello. Solo podemos tener esperanza de mejoría de una enfermedad cuando estamos llevando a cabo un protocolo de cuidados que prometen la mejoría. Pensar que mejoraremos sin tener los cuidados necesarios o hacer lo que corresponde para sanar no es esperanza. Eso es una ilusión. La esperanza está sustentada en acciones o en decisiones necesarias para un cambio. Desear con fervor sin voluntad de acción no es tener esperanza. La ilusión no es realista, es más que nada una fantasía.
Un claro ejemplo del poder de la esperanza para el bienestar y la salud mental de las personas es la historia de Viktor Frankl, psiquiatra austriaco y judío que padeció los infortunios y la brutalidad de los campos de concentración nazi durante la persecución a los judíos en la segunda guerra mundial. Frankl encontró como una realidad que las personas que mantenían la esperanza de salir de esa situación porque tenían un propósito, tenían más fuerza emocional y física para soportar el sufrimiento ante las condiciones inhumanas a las que estaban sometidos, y en consecuencia tenían mayores probabilidades de sobrevivencia.
Para generar esperanza es requisito indispensable tener la firme creencia de que es posible el cambio o el logro. Es un factor clave que alimenta nuestra resiliencia.
En pocas palabras, Norma opina que: