ATISBOS DE CONCIENCIA
Interesante hablar del desinterés

En esta ocasión, titulé de esta manera mi columna porque realmente me parece interesante analizar el concepto del desinterés. Y es que creo que, al escuchar la palabra, la relacionamos automáticamente, y de forma negativa, con la falta de motivación o de entusiasmo, ya sea hacia un tema, una persona o algo en particular. No obstante, sentir desinterés por algo o por alguien no necesariamente es una situación negativa: todo depende del contexto.
Pensemos en una relación entre dos personas, ya sean amigos, pareja, colegas o incluso relaciones que conllevan una jerarquía, como pueden ser las de padres e hijos, jefes y empleados o maestros y alumnos. Ahora, supongamos que una de las partes pierde el interés por la otra persona. Por supuesto, esto resultaría en un deterioro de la relación, ya que las relaciones se sostienen con base en el entusiasmo, la empatía y el interés que percibimos del otro, así como en lo que nosotros sintamos y manifestemos; de esta manera, una relación en la que se experimenta el desinterés por el otro corre peligro.
Por otra parte, si pensamos en una persona que ha perdido el interés en general, por otros o por muchas cosas a su alrededor, supondremos que esa persona carece de motivación y probablemente su vida no es plena, o bien, que se mantiene en un estado de baja energía, como puede ser una depresión. Pero podemos tener desinterés hacia algo o hacia alguien sin que eso signifique que no tengamos salud emocional o que carezcamos de entusiasmo por la vida. Simplemente, hay personas, ciertos temas o algunas cosas que no nos interesan.
Sentir desinterés no es criticable ni es un síntoma de nada pernicioso, en absoluto; es como sentir tristeza de vez en cuando, lo cual no significa que estamos en depresión, o sentir coraje por algo sin que eso nos defina como personas irascibles o neuróticas. El desinterés hacia algo o alguien incluso puede ser un indicador de madurez y de salud emocional. El desinterés por ciertos aspectos de la vida social puede dar cuenta de la madurez de la persona, como cuando a los adolescentes les interesa verse bien y estar a la moda, y después, como adultos, pierden el interés por esta aprobación y lo trasladan a aspectos de mayor relevancia de acuerdo a sus valores.
Como siempre, todo depende del contexto.
En pocas palabras, Norma opina que: