DIFIERO… AL CONOCIMIENTO SE LLEGA MEDIANTE EL CUESTIONAMIENTO
RESILIENCIA ¿HABILIDAD O PERSONALIDAD?

La semana pasada estaba leyendo un libro y narraba una anécdota sobre una persona que había vivido una situación trágica cuando era niña; la falta de sus padres cuando tenía tres años le habían cambiado la vida, pues tuvo que ir a vivir a otro lugar y con otra familia, pero contaba que si algo había aprendido de esta situación es que la mayor parte de los problemas o crisis se superan, y que ella, como consecuencia de lo que le pasó, había desarrollado una habilidad para salir adelante, se sentía fuerte y agradecida. Esta reflexión me llamo mucho la atención y quise investigar.
El concepto de resiliencia tiene su origen en el campo de la Física. Se define como la capacidad de un cuerpo para restablecerse, logrando conservar su estado inicial.
La Psicología, por su parte, la conceptualiza como la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad.
Pero, entonces, ¿habemos algunas personas resilientes y otras no?, ¿o somos unas más que otras? En mi opinión, todos somos resilientes y es una capacidad que tenemos que desarrollar, y lo hacemos cada vez, prueba de ello son los grandes retos que ha tenido la humanidad y cómo se han enfrentado y seguimos adelante.
Lo veo más como un músculo que si se ejercita empieza a tomar tono y cada vez se hace más fuerte. Existe evidencia, obvio no generalizada, de que las personas que experimentan situaciones adversas en su infancia o juventud, desarrollan mayores capacidades de adaptación y solución de problemas durante su vida.
Como a todos los pensamientos, necesitamos darles espacio, reconocerlos, nunca tratar de ignorarlos; lo que siento es real, porque lo siento, pero lo que pienso después de sentir puede ir siendo mi elección, lo puedo elegir, y eso se aprende, se construye.
La resiliencia la podemos practicar de manera cotidiana en cuatro campos principalmente: el primero, el aspecto social, cómo interactuar adecuadamente con los demás desarrollando relaciones sanas; el segundo, la habilidad para solucionar problemas, pensamiento reflexivo y flexible para encontrar soluciones alternativas a los conflictos; el tercero, reconocer mi valor independientemente de la situación que esté atravesando, no confundir valor con logro, son cosas muy distintas; y el cuarto, el sentido de propósito, hay que ver la foto completa y no solo un pequeño trozo, tenemos tantas emociones disponibles que nos dan ganas de vivir el futuro, familia, amigos, salud, y siempre tendremos situaciones por resolver, aprender a vivir en ese pensamiento de plenitud con lo que tengo, y trabajar en resolver lo que me falta.
En conclusión, la resiliencia es una conversación que todos tenemos, es natural e irrenunciable, pero la posibilidad de trabajar con ella y desarrollarla en mi día a día es una decisión propia, disponible y alcanzable.
En pocas palabras, Mario opina que: